A 10 años del tornado en Villa del Rosario
Hace exactamente una década, el cielo sobre Villa del Rosario se oscureció de una manera que ningún habitante podría haber previsto. El Lunes 2 de diciembre de 2013, un tornado, acompañado por una tormenta de lluvia y granizo, dejó una huella indeleble en esta ciudad ubicada a 78 kilómetros de Córdoba Capital.
Con ráfagas de viento que superaron los 100 kilómetros por hora, el embudo de destrucción no discriminó: se llevó consigo vidas humanas, dejó más de 40 heridos y despojó a la ciudad de su serenidad. Fábricas, viviendas y galpones quedaron reducidos a escombros, y la naturaleza circundante, una vez exuberante, se tumbó ante la furia desenfrenada del tornado.
El escenario post-fenómeno que se presentó esa fatídica tarde era inimaginable para una comunidad de mas de 22 mil habitantes aproximadamente que, hasta ese momento, no había experimentado tal devastación. Cientos de árboles y postes caídos yacían como testigos silenciosos de la tragedia, marcando un antes y un después en la historia de Villa del Rosario.
Pero en la oscuridad siempre surge la luz, y así fue para los vecinos resilientes de esta comunidad. A medida que los escombros se retiraban, la ciudad comenzó a reconstruirse, no solo en términos de infraestructura, sino también en el espíritu indomable de sus residentes.
Las fábricas, algunas de ellas pilares económicos de la región, fueron restauradas con una velocidad sorprendente. Una importante fábrica de muebles, que parecía haber sido devorada por el tornado, renació de sus cenizas, contribuyendo nuevamente al sustento de la comunidad.
La solidaridad se convirtió en el eslabón que unió a toda la gente. Rápidamente viviendas fueron reconstruidas, y se fueron ejecutando proyectos adicionales para asegurar que cada familia tenga un techo seguro sobre sus cabezas. Semáforos reemplazados, 600 luminarias instaladas en colaboración con la cooperativa, 300 postes de luz erigidos y más de 100 señales de tránsito renovadas: un testimonio tangible del esfuerzo conjunto para restaurar la normalidad.
Además, el verde que alguna vez adornó los parques y calles volvió a florecer. Una poda regenerativa en más de mil árboles devolvió la vida a la naturaleza que fue testigo mudo de la tragedia.
Hoy, a una década de aquel fatídico día, Villa del Rosario se erige como un símbolo de resiliencia y esperanza. El tornado pudo haber arrancado árboles y viviendas, pero no pudo arrebatar la determinación y la fuerza de esta comunidad. A medida que miramos hacia el futuro, recordamos el pasado con respeto y celebramos el renacimiento de un lugar que, contra viento y marea, ha demostrado que la adversidad puede ser vencida con unidad y perseverancia.
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